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Escena Rock: navegando en mitos y realidades

El Rock está muy jodidoooo en Colombia!! Qué hacemos?[1]

Organizaciones culturales anuncian que no incluirán más artistas vinculados a SAYCO[2]

 

Constitución política de Colombia. ARTICULO 61. El Estado protegerá la propiedad intelectual por el tiempo y mediante las formalidades que establezca la ley.

Casi como un terrible cáncer, son catalogados por algunos sectores de la escena rock –la gran mayoría de esta- entidades como SAYCO, Acinpro y el ministerio de cultura. ¿Serán un cáncer? ¿estará jodido el rock y la cultura en Colombia?

Por estos días llegaron a mí, dos artículos referentes a la escena rock y su aparente decadencia. El primero “El Rock está muy jodidoooo en Colombia!! Qué hacemos?” de Patricia Abad Ruiz, manager de Diva Gash (agrupación que, supongo, no debemos relacionar con las opiniones personales de su representante); y el segundo “Organizaciones culturales anuncian que no incluirán más artistas vinculados a SAYCO”, publicado en el portal de Bogotá Ciudad Rock. Teniendo esto en mente, me acerque a los músicos que conozco y les pregunte al respecto, y tal y como se evidencia en Facebook donde esta publicado el primer artículo, estas opiniones parecen ser casi unánimes: pues bien, me tome la tarea de averiguar e informarme especialmente respecto al papel que juega SAYCO en todo esto.



SAYCO vs Músicos


Como la única forma de saber cómo son tratados por SAYCO los compositores es ser uno, me hice pasar por una. Investigue acerca de cada mito relacionado.


Patricia: ¿En serio por qué le permitimos a Sayco que robe a los artistas?  ¿Por qué Sayco siendo una entidad PRIVADA cobra el dinero de todos los artistas; estén inscritos o no a ellos? ¿Por qué, de manera arbitraria, se quedan con ese dinero y si el artista se inscribe, eventualmente, no son capaces de darle un retroactivo por todo ese dinero que han cobrado sin su consentimiento? ¿Por qué permitimos que Sayco por "administrarle" el dinero a los artistas, de estas ejecuciones, cobren un porcentaje 4 veces mayor al mismo creador de la obra?


Los compositores tienen a su favor, el talento y la inspiración y a SAYCO para su protección[3]


Mito 1 “debe inscribir mínimo 20 canciones para poder entrar a SAYCO y recibir las regalías generadas por su obra”: En SAYCO existen dos modalidades de representación: en la modalidad de titular administrado, el compositor puede inscribir de una a diez y nueve obras, estas obras son protegidas y hacen acreedor al compositor a derechos patrimoniales, los cuales son recaudados y entregados por SAYCO. La segunda modalidad es de Socio: con la inscripción de 20 canciones el titular administrado pasa a ser socio y se hace acreedor a beneficios como auxilio exequial y la asociación del afiliado y su grupo familiar a la EPS que prefiera; entre otros. Teniendo en cuenta la situación actual en Colombia en cuanto a empleo, es mucho más de lo que tienen la mayoría de empleados y trabajadores independientes de nuestro país.
Pensar en que para tener los beneficios es necesario tener registradas 20 canciones, a primera vista parecería demasiado, pero lo cierto es que esta inscripción no es más que la prueba del trabajo constante e ininterrumpido en creación musical.


Mito 2 “SAYCO recauda regalías de artistas afiliados y no afiliados”: El funcionario Rafael Cristancho –con quien hable- dice que SAYCO solo realiza el recaudo y distribución de dineros de los afiliados. El dinero que los empresarios u organizadores de los eventos y espacios pagan a sayco y acinpro, es dividido en el número de canciones administradas por SAYCO, y según la autoría de cada compositor se le paga su parte.


Mito 3 “SAYCO se queda con más dinero que los compositores”: la personería jurídica de SAYCO es otorgada por la Unidad Administrativa Especial Dirección Nacional de Derechos de Autor (entidad adscrita al Ministerio del Interior y de Justicia), quien además vigila el buen funcionamiento de SAYCO. Así que en caso de irregularidades como las que se mencionan en el artículo de Patricia Abad a esta entidad se debe acudir. Al preguntar al funcionario por la distribución de los dineros recaudados, su respuesta fue que la ley establece que el recaudo por la utilización de la música se dividirá así: 60% para distribuir entre los afiliados (como explico antes); 10% para cubrir los beneficios y 30% para los gastos de operación de la entidad.


Adicionalmente pregunte a Rafael en que espacios o eventos los organizadores deben pagar derechos de autor. La respuesta es muy sencilla, en cualquier espacio donde se haga una reproducción, ejecución pública o distribución de la obra, como emisoras radiales y web, televisión, bares y espacios públicos exceptuando la media torta (excepción especial y única en Bogotá). Es decir que si en un bar suena una canción de cualquier artista afiliado a SAYCO, este se hará acreedor a derechos patrimoniales. Pero cuando dentro de un bar se hace una presentación en vivo, el establecimiento deberá cancelar otra cantidad, ya que lo que paga es por la reproducción del fonograma (CD, Casette o LP), y la ejecución pública genera otros derechos patrimoniales, que se traducirán en dinero para el artista.
Pero ¿acaso SAYCO está en todas partes para saber donde se presenta o suena una banda o artista? Claro que no. Como me menciono el funcionario de SAYCO, los artistas deben estar informando a la entidad donde suenan para que esta pueda hacer el recaudo, es decir, si no se menciona un toque en un bar difícilmente SAYCO lo sabrá.


La realidad -que como siempre es diferente a la teoría-, es que las bandas tocan en bares muchas veces y en prácticamente ninguna oportunidad informan a SAYCO y por lo tanto no obtienen las regalías a las que tienen derecho: obviamente esta es una decisión de cada artista de acuerdo a lo pactado con los bares. No obstante, cabe aclarar que el no pago de derechos de autor es un delito penal previsto en el artículo 271 del código penal colombiano. A este punto precisamente, hace referencia el relato del artículo publicado en Bogotá Ciudad Rock, donde la organización se sintió vulnerada por el cobro de dichos derechos.


Otro personaje que aparece en este panorama, son las editoras. Ellas se encargan de mediar entre los artistas y SAYCO -entre otras funciones-, por un pequeño porcentaje de las ganancias de los artistas (el 30% en la mayoría de los casos). En consecuencia ellos protegen los intereses de los autores (dada la reputación de SAYCO), y se encargan de que SAYCO sepa donde y cuando se dan las reproducciones, distribuciones y ejecuciones en vivo de sus representados. Con o sin la intermediación de las editoras todos los autores pueden proteger sus obras y recibir los dineros derivados de su legitimo derecho de autoría.



Sistema en decadencia


Este sistema está estructurado, para que todos los medios donde suenan las canciones den un aporte económico y así los artistas puedan, por derechos de autor, devengar una buena cantidad, adicional a los demás pagos que se deriven de su trabajo, como pagos por presentaciones y ventas. Basta con pensar en todos los medios donde sus obras han sonado, para ver todo lo que se habría podido obtener, de no ser por la informalidad y la tendencia a evadir el pago de derechos de autor. Entonces pregunto a los autores: ¿no tienen derecho a cobrar regalías por sus creaciones y por ende hacen mal al solicitarlas? ¿Renunciarán por defecto, a sus legítimos derechos patrimoniales sobre sus obras musicales?



Las agrupaciones emergentes tienen varias opciones para darse a conocer: 1. Pueden presentarse en pequeños espacios para ir dándose a conocer: en estos espacios es muy probable que no les paguen, pero siendo francos no tenemos la cultura de ir a ver bandas o artistas desconocidas, preferimos ir a la fija a ver lo que conocemos. 2. Pueden participar en concursos: desafortunadamente en la mayoría existe la separación por “categorías” según la trayectoria, pero, como tener trayectoria sin oportunidades, abra que volver al punto uno. 3. Pueden pagar por sonar: a esta opción no me referiré.


Respecto al primer punto, hace falta la formación de un público. Es importante tener en cuenta que la escena rock culturalmente tiene algunas trabas, por una parte nuestra tradición latina y colombiana nos lleva a acercarnos más fácilmente a géneros tropicales, los cuales llegan a nosotros más fácilmente y nos brindan esa sensación de identidad: y que mas para hablar de identidad nacional que el vallenato, que además, representa nuestro orgullo colectivo por las creaciones de los colombianos que sacaron estos ritmos locales típicos al mundo internacional como lo legítimamente colombiano. Esta probablemente sea la respuesta a las preguntas de Patricia Abad en su artículo: “¿Por qué se respeta a un vallenatero que trata mal a la gente, que consume cocaína y alcohol en cantidades alarmantes, que no le paga bien a sus empleados y además los trata mal, que le pega a sus mujeres, que tiene hijos regados por todos lados y fuera del matrimonio? ¿Por qué un personaje de estos si se merece un respeto y hasta un beso en una mano? ¿Por qué un género tan decadente y con una interpretación tan pobre si es digno de orgullo? ¿No están muy invertidos los valores?”. Adicionalmente, creo que si se tratara de catalogar la música por los valores de sus autores, primero preguntaría ¿cuáles son los valores? Y si se trata de drogas y vidas complicadas, entonces no podremos volver a escuchar a Nivarna o a Janis Joplin o Aerosmith y quien sabe a cuando artistas de rock más. Por otra parte debemos aceptar el problema en que se convierte la diversidad del género rock: desafortunadamente no podemos vivir en tolerancia entre las diferentes tribus urbanas y algunos solo valoran las obras de su género y desprecian las de otros por defecto.


En este estado de cosas la participación en concursos es, en primera instancia, una gran oportunidad para darse a conocer y acariciar la tan anhelada meritocracia. Pero no existe falacia más grande que la meritocracia en algunos concursos o convocatorias, donde criterios como la cantidad de gente que convoque la banda o los votos que obtenga, son mayoría en la decisión de quien gana. Este creo que es un punto que el sindicato de músicos, que parece gestarse en facebook debe tener en cuenta, como para ponerse de acuerdo en no pedir votos a los seguidores de los artistas, ayudando a los organizadores a captar personas, aumentar números y vender pauta, obviamente, en la mayoría de los casos sin pagar derechos de autor derivados de las presentaciones y otras reproducciones relacionadas con el concurso.


Parece que el panorama actual no es más que un círculo vicioso, donde la única salida para quienes quieren empezar a figurar es tocar gratis, para que el día en que nosotros, el público en general, escuchemos sus nombres, sepamos quiénes son, decidamos o no pagar por verlos. En todo caso esta es una profesión en la que se arranca solo invirtiendo, y solo con paciencia y perseverancia se llega a la anhelada fama, reconocimiento o legitimación.



La industria de la música rock en Colombia es creciente, cada día genera más talentos, más artistas, más agrupaciones y más dinero para todos los relacionados con la escena. Por una parte los productores cobran en promedio $3’000.000.oo por canción, las editoras cobran el 30% de las regalías de los artistas, los concursos y convocatorias venden pauta, cobran inscripciones y entradas a los eventos, los creadores de imagen se hacen publicidad con pequeños patrocinio y cobrando más o menos $70.000.oo la hora de asesoría y los artistas que se deciden cobran sus regalías, se mueven en gestión y se dan a conocer llegan a cobrar buenos dividendos por sus presentaciones y otros.



Finalmente, lo más claro es que hay que acercarse a la información, atreverse a tener un punto de vista individual, a tener criterio y a partir de nuestras propias experiencias, antes de dejarnos coartar por las opiniones de otros, ya que, ahora, después de investigar, me pregunto de todos los que comentan y afirman fehacientemente estas aberraciones del sistema ¿Cuántos se han acercado personalmente a las instituciones?


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2011: Entre El Rechazo A Las Quejas Y La Creación De Un Nuevo Movimiento Social

En 1990 en Colombia las mujeres ya podían votar, Ofelia de Uribe ya había transmitido en la Hora Feminista, ya se había realizado La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), ya Simone de Beauvoir nos había entregado su pensamiento, ya muchas mujeres habían pensado en lo personal es político; y también María Erminda luchaba contra el tumor cerebral, que le había ocasionado su esposo por las frecuentes golpizas que le daba: ella, era una campesina colombiana viviendo en la ciudad, una ciudadana de a pie.

Comprendo a las mujeres autodenominadas modernas, que pensaran que una cosa es la equidad de género y otra la violencia intrafamiliar –alguna vez también lo pensé-; pero lo cierto es que no podrían estar más relacionados, y es que las mujeres modernas parecemos haber olvidado que todos estos discursos y legislación, provienen de lo que culturalmente somos.


Divididas

En cuanto a información y equidad de género, en Colombia, podemos decir que las mujeres se dividen en tres grupos: las conocedoras, las medio-informadas y las ciudadanas de a pie.

Las conocedoras: ellas desafortunadamente, constituyen el grupo más pequeño. Son aquellas que conocen casi por completo el tema de equidad de género, saben de legislación, estadísticas de desigualdades, organizan comunidades de mujeres y realizan proyectos sociales.

Las medio informadas: son las que saben algo del tema, sin llegar a declararse abiertamente feministas, o asumir posiciones críticas fuertes respecto a equidad de género. Algunas de ellas ven a las conocedoras, aún como las feministas de hace años, y especialmente como mujeres quejambrosas, que exageran la posición de la mujer actualmente. Estas mujeres, creen además, que ya todo está dicho y hecho en cuanto al tema y que las mujeres que sufren de violencia intrafamiliar, la sufren por “bobas”.

Las ciudadanas de a pie: estas mujeres son mayoría, su acceso a esta información es menor, por diversas circunstancias. Ellas solo aceden a la información de los medios masivos de comunicación, los cuales llevan en apariencia un mensaje positivo, pero están plagados de violencia simbólica, repitiendo constantemente que las mujeres son las aptas para los oficios domésticos y la crianza de los hijos, nunca presentadas como profesionales de otras áreas. Ellas de lo que si saben, es de la tradición cultural, porque es lo que viven, la tradición machista colombiana, la de aguantar y resignarse. Están acostumbradas a ser excluidas por defecto, saben que hay espacios donde no pueden entrar.


Ahora y aquí mismo

A diferencia de lo que creen algunas mujeres y hombres acerca de que ya todo está hecho y que los discursos no son más que quejas desproporcionadas, lo cierto es que las diferencias entre hombres y mujeres en nuestra sociedad, brillan en muchísimos aspectos de la vida, al punto de convertir la sexualidad femenina en una carga pesada.

Aún un criterio muy importante de selección de personal es el sexo, la edad y el estado civil: la mujer aspirante a un cargo con cierta edad, casada o en unión libre de varios años y sin hijos, es imposible de contratar, ya que a la empresa no le sirve que las empleadas “se embaracen”, se hagan acreedoras a garantías y generen gastos adicionales, que un hombre por no tener dicha capacidad no generaría. Pero tal vez esta pueda ser la razón por la cual mujeres y hombres que ocupan los mismos cargos, no ganan lo mismo. Pero bueno… esta situación es molesta pero ya la sobre llevamos, aplazando o cancelando la maternidad –ya que hay que elegir entre carrera y tener hijos-.

Un caso que es más preocupante es la violencia cultural a la que aparentemente nos resignamos. Aunque la mujer moderna se desenvuelve laboralmente, haciendo una carrera y creciendo en sus metas personales, aún no se libera del peso total del hogar, a pesar de ser más compartidas estas labores, no se ha llegado a un punto de igualdad en la pareja. Aún la educación de los hijos recae principalmente en las mujeres, que tienen que dejar de trabajar para dedicarse a la crianza. Esta es la falacia de la mujer moderna, la que se “libero” para salir de casa a trabajar, pero en realidad lo único que hizo fue poner más carga en su espalda: hace lo mismo que una ama de casa, más el trabajo.

Cargamos con el peso conservar un hogar por encima de los perjuicios que nos pueda causar: las mujeres soportan todo tipo de maltratos, fundamentados en su tradición social y la dependencia psicológicas a sus parejas (estas son las llamadas “bobas”): las mujeres que por condiciones sociales, económicas y sobre todo psico-afectivas, soportan maltratos de diversos tipos, dando su vida por el aparente bienestar de sus hijos. Pues bien, hay dos realidades claras al respecto: 1. No son “bobas” y 2. No están haciendo nada bueno por sus hijos. Por una parte son mujeres que se encuentran en una situación emocional negativa y por otra parte transmiten esos males psicológicos a sus hijos, quienes muy probablemente repetirán estas conductas de violencia.

Juzgadas por nuestro físico: casi como si se tratara de un mercado, somos examinadas, evaluadas y valoradas por nuestro aspecto. A primera vista parece que no es así, pero creo que todas tendremos una historia que contar en la que fuimos mejor o peor tratadas por nuestro aspecto; como cuando un taxi para solo a las mujeres más bellas o arregladas. Este además, es un ejemplo de cómo estamos de acostumbrados a las discriminaciones, porque muchos juzgaran como banal, superficial o irrelevante este aspecto.


Como estos podría dar muchísimos ejemplos, pero solo por mencionar otro más, pensemos en la exclusión en el leguaje; y creo que si la situación de la mujer se resumiera en una palabra sería justamente esta: exclusión. Porque creer que decir el hombre incluye a los dos sexos, si se tratara de mayorías entonces porque ahora que somos más, no decir mujeres. Esta es una información simbólica, que parece tan superficial y que al mismo tiempo tenemos tan arraigada en nuestro cotidiano: como la distinción entre la señora y la señorita: conozco muchas que prefieren hacer la distinción o aclarar, pero ¿Qué tan justo es con nosotras mismas el uso de estas dos palabras? ¿Acaso seremos valoradas o calificadas según el estado civil o más bien dependiendo si somos “vírgenes” o no?, no creo que esta sea una distinción valida, de hecho, creo que estas son de esas palabras que ya no deberían tener cabida en nuestro lenguaje.


Si esta es la situación actual, entonces como estábamos en la época de María Erminda. Ella no solo era mujer, además cumplía las leyes de su religión, las cuales también son machistas, le dicen aguanta y resígnate, eso fue lo que elegiste. Soporto golpes, maltratos y humillaciones, al tiempo que trataba de mantener al margen a sus hijos, igualmente victimas del padre.

Quisiera decir que encontró ese grupo de mujeres que creen en la solidaridad de género y que ayudan a empoderarse a mujeres como María, pero la verdad es que en su mundo no existía algo así. María no murió a causa de su tumor, el tratamiento funciono bien, pero una noche al salir del hospital después de su tratamiento, se sintió muy mal para hacer la comida, y a su pareja no le gusto, ella mando a sus niños donde los vecinos, el hombre gritaba y la golpeaba, pero ella no podía hacer la comida en su estado, él sacó un arma que tenía para proteger el hogar y le disparo a la cabeza: María murió.

Como María existen muchas mujeres, mujeres que no saben de discursos ni teorías y que necesitan apoyo para salir de sus dificultades. Pero todas transitamos los mismos caminos por separado, sin siquiera míranos, participando del juego machista de la competencia. Si, jugamos a ser mejores que las otras: la más linda, la más inteligente, la más sobresaliente, para lograr ocupar ese único lugar que hay dentro del mundo masculino para la “mejor”, que solo puede ser una.

Finalmente los invito y muy especialmente las invito a todas, a ver el verdadero panorama de la equidad de género actualmente. Y no solo verlo, a actuar desde las cosas pequeñas o grandes, como sea… pero en todo caso, a unirnos, a no competir, ni tener envidias ridículas con otras mujeres, más bien a comprender, a acercarse, a tener solidaridad de género, a pensar en la otra.

Este problema no es de otras o de “bobas”, es de todas: es deber de todas cambiar las circunstancias y generar cambios culturales. Actuemos.


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